Apunte sobre el perdón cuando cuesta
Si quisieras perdonar y comprendes que no puedes, no hay razón para desesperar. Solamente tienes que escuchar la receta del trébol de tres hojas…- Miguel
Perdonar es ley del Reino. Y es uno de los rasgos más característicos del cristianismo. Si no perdonamos…, pues ya sabéis lo que nos ha dicho el Señor.
Pero ocurre que, en ocasiones, nos la han hecho tan gorda, que perdonar no es fácil. Y sabemos que debemos perdonar, pero no podemos. ¿Qué hacer? Yo tengo un teorema del perdón. El perdón cuando cuesta es un trébol de tres hojas.
El tiempo y yo, contra otros dos. Cuando no podemos perdonar, hemos de:
– Primera hoja: alimentar el deseo del perdón. Nuestra religión es una religión del corazón; y, lo mismo que Jesús dice que «todo el que mira a una mujer deseándola ya ha cometido adulterio con ella en su corazón» (Mt 5,28), así también nosotros hemos perdonado cuando deseamos perdonar, que también son deseos. Valemos lo que valen nuestros deseos; nuestro corazón bien organizado y bien peinado. Los actos son expresión del corazón. En fin, en cuanto podamos, iremos haciendo diminutos actos de perdón que nos prepararán para el perdón que deseamos; por ejemplo, al ver un crucifijo, diremos: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lc 23,34).
– Segunda hoja: Rezar pidiendo la gracia de perdonar. En todo necesitamos la gracia de Dios, pero más en lo que nos resulta difícil. Y si nuestros deseos son importantes, más importante es (siempre) la gracia de Dios. «Padre, perdónalos». Señor, enséñame a perdonar. Madre mía, tu corazón eduque el corazón mío.
– Tercera hoja: ¡El tiempo y yo, contra otros dos! Necesitaremos darnos tiempo para perdonar. Si no podemos perdonar el día del agravio, no se nos exige todavía. Nadie está obligado a lo que no puede hacer. Y necesitamos darnos tiempo, manteniendo, eso sí, la mirada fija en el perdón pendiente y segurísimo. Estamos en ello. Bien sabéis que un duelo no se termina en un día, o la pérdida de un amor, o la quiebra económica. Pues el perdón de lo grave, tampoco. Y todo esto necesita tiempo, y andando el tiempo, se logra.
Pero ojo: hay que entender que no me refiero al tiempo sin más. El tiempo no es causa de nada, sino condición. Y ejerce su influencia cuando en él ponemos lo que poner se debe: en nuestro caso, esos deseos y esa oración. No es cierto que el tiempo lo cure todo; el tiempo, como médico, no curará nada si no se le proporcionan los útiles que la cura requiere.
Cuando el perdón cuesta, desear, rezar, esperar. Ahí tenéis mi trébol de tres hojas.
Amén. Teorema que aplicaré de ahora en adelante.
Me gustaMe gusta
Gracias. Esta receta va inmediatamente a mis marcadores/favoritos. Bendiciones+
Me gustaMe gusta
Gracias por los consejos recibidos.
Me gustaMe gusta