CARTA A ALICIA DESDE FÁTIMA
Dejadme que no os diga quién es Alicia. Solo tengo la impresión de que se parece mucho a vosotras -¿es que sueña Alicia?- y a vosotros -pero ¿vosotros lloráis?-. Lo más seguro que sabréis de Alicia es que me da permiso para publicar sus cosas. Tal vez encontréis, en la correspondencia de ella y mía, algún viento de esperanza que os haga capaces de proseguir vuestro duro camino. O quién sabe si alguna ilusión de Alicia os visitará quizás en una aurora…- Miguel
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24 de junio de 2017
Oh tú, Alicia, la que sueña las estrellas:
Me encuentro en Fátima estos días, en el año del centenario de las apariciones de la Señora.
Por supuesto, no es la primera, sino la enésima vez que viajo a Fátima. Pero voy a decirte mi impresión de estos días.
* * *
Aquí puedo contemplar cómo Dios, que siempre nos deja su transparencia en la dulce Virgen -lo tienes aquí (desde «Pero nos ha de tocar el amor» hasta «Amor con amor se paga»)-, en algunos lugares -y en Fátima señaladamente, oh soñadora de estrellas-, está casi sacramentalmente presente, con un especial grosor. Es la potencia que tiene el Corazón de María, «alma del mensaje de Fátima», como decía convencido nuestro amigo Joaquín María Alonso.
Ya lo sabíamos. Dios se ha hecho hombre, decía un autor antiguo, porque quería saber cómo es esta condición, la de los hombres, y lo que eran la alegría y el dolor y el sufrimiento y la tentación, y todo. Sobre todo, pienso yo, le llamaba la atención saber qué era sufrir. Pero el caso es que para ello se encarnó, y desde aquellos sucesos y la Ascensión, sabe muy bien esas lecciones. Él, Allí, sigue siendo Hombre. Por supuesto que, al hablar así, se emplean comparaciones, pero ¿se puede hablar del Misterio de otra forma?
Pues bien, Jesús se sabe al hombre. Y conoce perfectísimamente que los hombres aceptamos más fácilmente el amor cuando se nos ofrece de manos de una madre. Y nada hace evidente el amor tanto como la presentación expresa del corazón. Y aquí comienza esta danza. Y diríase que Dios -el más humilde con menos motivos- se vela detrás de esta madre y a su través se irisa y se transparenta. Cada vez oigo más, por estos mundos de la mariología, la expresión María, transparencia de Dios.
Seguro que hay algún indocumentado que ya está poniendo el grito en el cielo y diciendo que ya está bien y que cómo podemos anteponer de esta manera la Virgen a Dios. No, amigo. ¿Verdad que no, lánguida Alicia, soñadora y amiga? Esto no es una orden que nosotros le damos a Dios -no es, al menos, intención de nadie-. Esto es una decisión de Dios en su purísima Humildad, y no es anteponer a María, sino que Dios se pospone… para la salvación de los hombres. Como el Código de Derecho Canónico, que, después, de cientos de disposiciones legales, concluye empleando en la última esta frase: «La ley más alta es la salvación de las almas». Me encanta.
* * *
ENVÍO.- Vuela, carta, sobre las alas de una paloma de nieve, al territorio de crepúsculo eterno que habita la lánguida Alicia. Allí, ella, parece como si, con su sola mirada, hiciera brotar las cosas de lo profundo de la tierra.
Yo quiero que sepa de mi amor: María.
D. Miguel, saludos. Leo que está en Fátima. Rece por mí. Sigo igual o peor, solo Dios sabe. No me pierdo sus entradas. Un saludo.
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Me voy al c. e.
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